Pope Francis speaks during a ceremony with U.S. President Barack Obama on the South Lawn of the White House in Washington Sept. 23. (CNS photo/Paul Haring)
El Papa Francisco diriga a ellos en el jardín del sur de la Casa Blanca en Washington el 23 de septiembre. (CNS photo/Paul Haring)

WASHINGTON (CNS) — El Papa Francisco se presentó él mismo ante el presidente Barack Obama y ante todo el pueblo de los Estados Unidos como “hijo de una familia de inmigrantes”, que llegaba a los EEUU por primera vez para aprender de otros y para compartir su propia experiencia.

En un país, del cual el Papa dijo “fue formado en gran parte” por familias de inmigrantes, su Santidad presentó su primer discurso dirigido a los estadounidenses, el 23 de septiembre, desde el jardín del sur de la Casa Blanca ante la presencia de unas 20,000 personas.

Obama le dijo al Papa: “Nuestro jardín no se ve normalmente tan lleno como ahora”, pero que la asistencia de tantas personas en esa mañana brillante y soleada era el reflejo de la devoción de los católicos de los EEUU y “la forma en la que el mensaje de usted, de amor y de esperanza, ha inspirado a tantas gentes, en toda nuestra nación y el mundo entero”.

Y aunque el Papa, por supuesto, se sentía honrado con el recibimiento, fue claro al afirmar problemas a vencer, incluyendo públicamente su propia voz en apoyo de la defensa de libertad religiosa de los obispos de Estados Unidos. Los obispos han objetado los esfuerzos de la Administración de Obama que obligaría casi a todos los patrones de negocios, incluyendo muchas instituciones católicas, a que se hagan cargo de los gastos de contracepción de la cobertura de seguro de salud de sus empleados.

Pope Francis, U.S. President Barack Obama and first lady Michelle wave from the south portico of the White House in Washington Sept. 23. (CNS photo/Paul Haring)
El Papa Francisco, el presidente estadounidense Barack Obama y la primera dama Michelle saludan desde el pórtico sur de Casa Blanca, en Washington, el 23 de septiembre. (Foto CNS/Paul Haring)

“Señor presidente”, le dijo el Papa, los católicos de los Estados Unidos quieren “una sociedad que sea verdaderamente tolerante e inclusiva”; una sociedad en la que se salvaguarden los derechos individuales, y una sociedad que rechace “cualquier tipo de injusta discriminación”; pero que también en la que se respeten las creencias religiosas profundamente arraigadas en los ciudadanos y las obligaciones morales y éticas que de ello se deriven.

El Presidente Obama, en sus comentarios, se refirió también a la libertad religiosa, pero se refirió solamente a la defensa de los cristianos que son perseguidos e incluso muertos debido a sus creencias, en todo el mundo.

El Papa había llegado de Cuba, y los dos jefes de estado, el Papa y el presidente, hablaron sobre los esfuerzos hechos para que se normalicen las relaciones entre los dos países, después de más de cinco décadas de tensión y separación.

“Los esfuerzos que recientemente se han hecho para restablecer relaciones rotas y para abrir nuevas puertas de cooperación dentro de nuestra familia humana representan pasos positivos por el camino de la reconciliación, la justicia y la libertad”, le dijo el Papa Francisco al presidente.

Aunque el Papa Francisco consistentemente le ha disminuido importancia a su papel de estímulo y apoyo para las pláticas entre Obama y Raúl Castro, el presidente le dijo: “Su Santidad, le estamos agradecidos por su invaluable apoyo para un nuevo comienzo con el pueblo de Cuba, que se antoja traerá mejores relaciones entre nuestro respectivo país, mayor cooperación a través del hemisferio y una vida mejor para el pueblo cubano”.

La muchedumbre que estaba presente en el jardín acompañaba con aplausos casi cada línea de los discursos respectivos del Papa Francisco y de Obama. El Papa, quien afirma que su inglés es muy rudimentario, leyó un discurso en una lengua inglesa clara y utilizó las manos para enfatizar cada punto de su discurso.

Y antes de pasar para tener una conversación en privado, los dos dirigentes hablaron acerca del medio ambiente y, especialmente, de la reciente encíclica del Papa Francisco que lleva el título en latín de “Laudato Si’ (Alabado seas)”, en la cual el Papa exhorta a las naciones y a la comunidad internacional a dar pasos concretos y emprender acciones serias para que se calme el cambio climático y para ayudar a la gente pobre que es la que más sufre con la destrucción del medio ambiente.

U.S. President Barack Obama speaks during a South Lawn ceremony welcoming Pope Francis to the White House in Washington Sept. 23. (CNS photo/Paul Haring)
El Presidente Barack Obama de los EEUU habla en el jardín del sur de la Casa Blanca en una ceremonia de acogida para el Papa Francisco el 23 de septiembre. (Foto CNS/Paul Haring)

“El cambio climático es una problema que ya no se le puede dejar reservado a las generaciones futuras”, le dijo el Papa al presidente. Los momentos que vivimos son “críticos”, ahora que todavía es posible lograr cambios positivos, pero se tienen que hacer con presteza.

“Tales cambios demandan de nuestra parte un reconocimiento serio y responsable no solamente de la clase de mundo que vayamos a dejarles a nuestros hijos sino también a los millones de personas que viven bajo sistemas (políticos, sociales y económicos) que las han puesto en la periferia”, dijo.

La misma tierra ha quedado excluída de la atención de la gente tal y como los pobres lo han sido, dijo el Papa. “Y para utilizar una expresión reveladora del reverendo Martin Luther King, podemos decir que nosotros no hemos cumplido con nuestras obligaciones a pagar y ahorita es el momento de hacer honor a nuestro compromiso”.

Obama le agradeció al Papa Francisco su encíclica, pero empleó la mayor parte de su discurso en alabanza del estilo de dirigencia del Papa.

“Su Santidad, en las palabras y acciones, usted ha sentado un ejemplo profundo de moral”, dijo. “Con este recordatorio amable pero firme con el que usted nos recuerda nuestras obligaciones ante Dios y para el prójimo, nos saca usted de nuestra autocomplacencia.

“Todos nosotros, a veces, nos sentimos incómodos cuando observamos la distancia que media en la forma como llevamos nuestra vida diaria y entre lo que sabemos que es verdadero y justo”, dijo el presidente, pero el llamado también le da confianza a la gente para que “se reúnan, en humildad y servicio, y en búsqueda de un mundo que llegue a ser más amoroso, más justo y más libre”.

Por Cindy Wooden, Catholic News Service.