El Papa Francisco saluda a miembros de la Asociación Italiana de Maestros Católicos durante una reunión en la sala Clementina en el Vaticano el 5 de enero. (CNS photo/L’Osservatore Romano)

Por Carol Glatz
Catholic News Service

CIUDAD DEL VATICANO — Un estilo de vida ambientalmente ético no puede mostrar más importancia por los animales y los bosques que por la situación difícil de la gente, dijo el Papa Francisco.

Un estilo de vida “verde” tiene que ser consistente y completo, impulsado por un amor a Dios el Creador y a toda su creación, dijo el Papa en un discurso el 5 de enero ante la Asociación Italiana de Maestros Católicos, que realizó su congreso nacional en Roma a principios de enero.

Los maestros de escuela primaria tienen que ayudar a los niños desde temprana edad a entender y practicar un estilo de vida ambientalmente ético que no sea “esquizofrénico”, es decir, un tipo de preocupación desconectada que “cuide a los animales en extinción, pero ignore los problemas de los ancianos. O que defienda la selva amazónica y descuide los derechos de los trabajadores a un salario justo”, dijo.

Este enfoque exige enseñar la importancia de la responsabilidad personal, no bombardear a los niños con lemas pegajosos u órdenes que otro tendrá que realizar. Enseñen a los niños a tener un apetito entusiasta de “experimentar una ética ecológica a partir de opciones y gestos de vida cotidiana”, dijo.

El Papa también le pidió a los maestros y las escuelas que ayuden a reconstruir una nueva alianza con las familias para que se apoyen y fortalezcan. La alianza o “pacto” que antes existía entre el mundo de la educación, los padres y el estado desafortunadamente no es tan fuerte como antes y es una situación que tiene que ser reparada, dijo. Puesto que la colaboración constructiva ya no viene “de forma natural”, planifiquen y diseñen una manera para que eso suceda, hasta con la ayuda de expertos en educación, dijo el Papa, quien solía enseñar en una escuela secundaria en Buenos Aires.

“Pero primero hay que favorecer una nueva ‘complicidad’” entre maestros y padres haciéndose conjuntamente responsables de promover el bienestar de los niños, dijo.

Los maestros y los padres no pueden verse unos a otros en lados opuestos ni señalarse los unos a otros, él dijo, sino que tienen que ponerse “en el lugar del otro, comprendiendo las dificultades objetivas que uno y otro encuentran hoy en la educación y creando así una mayor solidaridad: complicidad solidaria”.

El Papa Francisco también pidió a los maestros católicos que continúen siendo inspirados por valores cristianos, bien sea que enseñen en escuelas públicas o católicas privadas, y que pidan a sus estudiantes mantenerse abiertos a los demás en una “cultura del encuentro”.

El reto es trabajar juntos para enseñar a los niños a estar abiertos, interesados en lo que los rodea, dijo.

Ellos necesitan ser “capaces de cuidar y de ternura”, libres del prejuicio difundido que afirma que la única forma de valer es “ser competitivos, agresivos, duros hacia los demás, en especial hacia los que son diferentes, extranjeros o los que de algún modo son vistos como obstáculo para la propia afirmación”, dijo.

“Éste, lamentablemente, es un ‘aire’ que nuestros chicos respiran a menudo”, dijo. El remedio es darles “un aire distinto, más sano, más humano”, dijo, y es por qué es muy importante construir la nueva alianza con los padres.

Ayuden a los chicos a ver a los demás como hermanos que deben ser respetados y vale la pena conocer, “con sus pasados, sus virtudes y defectos, recursos y límites”, dijo.