El P. Billy Kosco, párroco de la Parroquia San Henrique, en Buckeye, ayuda reparar una estructura ajunto de algunos de sus feligreses. (John Bering/CATHOLIC SUN)

Párroco de Buckeye aprende qué es oler como sus ovejas

Llevar el sacerdocio a otro nivel, fue la idea de este sacerdote del Valle para un cambio extremo de la Cuaresma la primavera pasada. Eso sí, siempre hay Confesión y Misa, que son las dos formas principales en que el mundo puede reconocer a un sacerdote.

¿Qué pasaría si fuera arrancado de esas identidades básicas para un cambio, como una forma para que el mundo se encuentre cara a cara con Cristo? ¿Qué pasaría si fuera llevado a los encuentros más cercanos posibles, en los intercambios cotidianos, con gente común y corriente? Imagíneselo bajando en las trincheras, donde las manos se ensucian por el trabajo duro y, de repente, entre nosotros, ¿es el tipo que identificamos como “Padre”? Él está trabajando al lado de nosotros.

Fue uno de esos días, que este sacerdote encubierto se puso a trabajar tomando un día cada semana durante la Cuaresma y presentándose en un restaurante local, una escuela secundaria, una lechería e incluso como un recibidor en una tienda de comestibles, a veces vistiendo un collar de sacerdote y, a veces, vistiendo como el resto de los empleados.

Este fue el caso en una granja lechera en Tonopah. Los feligreses de la misión Católica cercana, una extensión de la Parroquia San Enrique, en Buckeye, que también son empleados en la lechería, descubrieron que un pelirrojo estaba en medio de ellos.

Estaban perplejos, como el sentimiento que alguien tiene cuando no reconoce a una persona fuera de su entorno, pero en este caso él era uno de ellos. Su sacerdote era uno de ellos.

El P. Billy Kosco, párroco de San Enrique, se tomó uno de sus días libres para presentarse al amanecer, listo para ordeñar las vacas.

El P. Billy Kosco, párroco de la Parroquia San Henrique, en Buckeye, aprende como ordeñar las vacas en una lechería, donde muchos de sus feligreses trabajan. (John Bering/CATHOLIC SUN)

“Es un trabajo duro y rápido”, declaró el P. Kosco, y reconoció que tenía que familiarizarse con él, apreciando la perspectiva que había obtenido al ver a los miembros de su rebaño haciendo lo que hacen todos los días.

“Sabes que la gente no siempre ama su trabajo, pero lo hacen por el bien común”, señaló.

En este caso, es obvio que el mayor bien entre estos trabajadores son sus familias, comunidad e Iglesia, por lo que muchos compañeros Católicos están juntos día tras día.

Explicó cómo logró dominar el ordeño, pero mantener la velocidad era otra historia; fue duro y agotador. Muchos de ellos trabajan en la lechería durante horas solo para continuar en otro trabajo por la tarde, mientras se ocupan de cuidar a sus familias, la mayoría de los cuales trabajan 16 horas diarias, ocupando solo las primeras ocho horas en el trabajo de la lechería.

“Fue una sorpresa para nosotros saber que el P. Kosco quería trabajar en las vacas lecheras”, dijo la coordinadora de la misión de Tonopah, Julia Pelagio. Y subrayó: “Al unirse a nosotros, experimentó y supo mejor quiénes somos”.

El P. Billy Kosco, párroco de la Parroquia San Henrique, en Buckeye, limpia la cocina de un restaurante donde trabaja algunos de sus feligreses. (John Bering/CATHOLIC SUN)

El P. Kosco realizó sus aventuras como un “sacerdote encubierto” fuera de la serie de televisión “Jefe Encubierto”, donde el jefe principal aparece en el establecimiento de manera encubierta, para conocer el desempeño de los trabajadores y, a menudo, para su consternación, descubre ciertos aspectos defectuosos del negocio, transformación inspiradora.

“(Esa vivencia) me ha dado una mayor apreciación de las personas a las que sirvo”, dijo el P. Kosco. La mayoría de los sacerdotes están de acuerdo en que los problemas del escándalo de abuso en la Iglesia han creado desconfianza y distanciamiento de la gente.

El P. Kosco continuó diciendo que convivir con la gente de esta manera es importante para que sepan que no importan los problemas o dolores que él tenga con ellos.

“Quiero que piensen: ‘Mi sacerdote no está por encima de mí, ni yo estoy por debajo de él’”, enfatizó.

El párroco de Buckeye tuvo a su congregación nerviosa durante semanas, ya que intentaban descubrir a dónde iría la siguiente vez para poder verlo de primera mano.

Se las arregló para relacionar los temas de sus experiencias en sus homilías dominicales durante la Cuaresma, entrelazando aún más el mensaje de sacrificio de la Cuaresma en el ambiente del trabajo sagrado como parte de nuestra oración y trabajo; y es que el P. Kosco sabe hacerlo muy bien para causar un gran revuelo entre la comunidad parroquial.

El P. Billy Kosco, párroco de la Parroquia San Henrique, en Buckeye, empuja los carros de compras afuera de una tienda donde trabaja algunos de sus feligreses. (John Bering/CATHOLIC SUN)

Ora et Labora” describe en la vida monástica de la Regla de San Benito el gran equilibrio entre la oración y el trabajo. Nuestro trabajo en realidad se convierte en nuestra oración. El P. Kosco completó su formación sacerdotal bajo la guía del Seminario de los Monjes Benedictinos de Mount Angel, en Oregon, donde su espíritu se continúa inspirando.

A los feligreses de San Enrique les complació cuando se toparon con el P. Kosco en la tienda de comestibles, donde trabajó durante horas sorprendiendo a los que lo reconocieron, mientras los saludaba con un chaleco y su collar de sacerdote. Incluso recogió los carritos de compras, lo cual es un trabajo agotador al cabo de unas horas.

El P. Kosco gritaba a su rebaño en el estacionamiento, recordándoles que devolvieran sus carritos de compras. Por supuesto, se reían, se rascaban la cabeza y se decían a sí mismos: “¿Mi sacerdote acaba de decir lo que creo que dijo?”, y luego regresan sus carritos de compras al lugar que les corresponde.

Ahora toda la comunidad parroquial es sensible a esta práctica. El P. Kosco solo quería ayudar a las personas a darse cuenta de que esas pequeñas cosas, como volver a colocar su carrito de compras en el corral, muestran un gran agradecimiento por las tareas más simples y a las pobres personas que tiene que buscar las cosas (para su familia) todo el día.

Es con un corazón agradecido que nos acercamos a las próximas vacaciones del Día del Trabajo. Las raíces de nuestra nación son profundas, con el trabajo de los trabajadores del pasado y del presente, aquellos que forjaron el sistema ferroviario en todo el país, los que construyeron los magníficos rascacielos y quienes araron la cesta de pan de América para alimentar a una nación. Qué hermoso pensar que nuestra oración es nuestro trabajo y que nuestro trabajo es sagrado. Ora et Labora.