Por Tony Gutiérrez, Catholic News Service

PHOENIX (CNS) — Una familia huyó de la violencia de los cárteles en su pequeño pueblo de Zacatecas, México. Otra huyó de Honduras después de que la pandemia del coronavirus y las tormentas tropicales destruyeran su negocio y los dejaran empobrecidos.

Estas historias fueron algunas de las que compartió Joanna Williams, directora ejecutiva de la Iniciativa Fronteriza Kino, en la “Vigilia de Oración por la Justicia Migratoria” celebrada el 11 de octubre en la Basílica de Santa María en Phoenix.

Williams dijo que la familia de Zacatecas le impactó cuando el patriarca compartió cómo habían plantado árboles de durazno con la esperanza de que al momento de madurar, los cárteles se habrían ido.

“Esos duraznos ahora están madurando y el fruto se está cayendo al suelo porque no hay nadie allí para cosecharlo, y se están pudriendo en el suelo”, dijo, haciendo eco de las palabras del padre. Después de que otro cártel se instalara y amenazara a la familia, se marcharon y llegaron a Nogales (México).

“Están en el mismo país del que huyen, pero no querían huir”, dijo. “Creían que tenían un futuro hasta que las circunstancias les mostraron que eso no era posible”.

La Coalición Católica por la Justicia de los Migrantes, con sede en Arizona, auspició la vigilia de oración, que incluyó pasajes bíblicos retando a los oyentes a “acoger al extranjero”, como el Levítico 19 y “las ovejas y las cabras” de Mateo 25.

La coalición es principalmente parroquial, con 37 parroquias representadas, pero incluye otros apostolados, como la Iniciativa Fronteriza Kino.

En su homilía, el obispo de Phoenix, Thomas J. Olmsted, reflexionó sobre los “principios católicos de la migración”, establecidos por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.

“Todos hemos oído hablar del número récord de inmigrantes en la frontera sur de Estados Unidos: decenas de miles han sido detenidos al cruzar, y los cuerpos de cientos más han sido recuperados del desierto”, dijo.

“Nuestras leyes de inmigración son caóticas y, cuando se aplican de forma selectiva, crean situaciones peligrosas tanto para los inmigrantes como para los residentes en Estados Unidos”, afirmó.

El obispo Olmsted recordó el mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados de 2019, cuyo tema era “no se trata sólo de los migrantes”. En su raíz, la crisis migratoria es una crisis de fe al no reconocer a nuestro Jesucristo en los que sufren y en los necesitados –dijo.

“Se ha producido un lamentable aumento de la ira hacia los inmigrantes que es impropio de una nación de inmigrantes con una herencia cristiana tan clara y definida. Si somos honestos con nosotros mismos, podemos reconocer que el prejuicio es un factor que impulsa gran parte de nuestro discurso político”, según el obispo Olmsted.

“El aspecto más preocupante detrás del debate sobre la inmigración, es que nosotros –como católicos– ya no vemos a los extraños entre nosotros como nuestros hermanos y hermanas en Cristo”, dijo, “sino sólo como quizás ladrones o criminales o un medio para un fin. Esta es nuestra crisis interior”.

El obispo vinculó la actual crisis migratoria con la tradición de “Las Posadas”, en la cual las personas que representan a María y José van de puerta en puerta buscando refugio hasta que finalmente son acogidos cuando el posadero reconoce que entre ellos hay “alguien especial y digno de respeto”.

“Las respuestas más comunes a los inmigrantes indocumentados son deshumanizadoras: los etiquetan como extranjeros criminales e ignoran las necesidades humanas reales y esenciales, incluyendo la pobreza y la falta de trabajo, que los impulsaron a viajar lejos de casa, a menudo corriendo grandes riesgos”, dijo.

“La respuesta de muchos cristianos cambiaría si el rostro cansado y desesperado que tenemos delante fuera el propio Jesucristo. La respuesta católica comienza siempre con Jesucristo y nuestro reconocimiento de que el inmigrante es, de hecho, alguien especial que merece respeto”.

En los discursos al inicio de la vigilia, el presidente de la coalición, Saúl Solís, que asiste a la parroquia de san Timoteo en Mesa, Arizona, dijo que su madre dejó México a los 12 años porque su padre estaba enfermo y necesitaba encontrar una manera de mantener a su madre y hermanos.

“Tuvo la suerte de encontrar gente compasiva que la acogió, y este se convirtió en su país”, dijo Solís.

El propósito de la vigilia, dijo en su testimonio enviado a Catholic News Service, era rezar por los inmigrantes mientras luchan por buscar una nueva vida en Estados Unidos, para promover la autoridad moral de la iglesia sobre la inmigración.

También tuvo el objetivo de invitar a los católicos a adoptar esa enseñanza y a rezar para que los líderes políticos “encuentren la fuerza y el valor para aprobar leyes y políticas de inmigración justas y compasivas”, expresó.

En una entrevista con CNS, Petra Falcón, directora ejecutiva de “Promise Arizona”, que asiste a la parroquia de santa Catalina de Siena en el sur de Phoenix, señaló la necesidad de superar la división en la sociedad.

“No podemos ser partidistas; tenemos que trabajar con ambos lados del pasillo”, dijo. “Tenemos que ir más allá de lo que nos divide. Tenemos que resolver estos problemas; no podemos ir por ahí peleando porque pertenecemos a un partido”.

La función principal de la coalición es estar basada en la oración y en la educación –dijo el presidente de la coalición, Alan Tavassoli, que asiste a la Parroquia Corpus Christi en Phoenix.

“Es importante adherirse a la enseñanza social católica sobre estos temas, así que, la vigilia de oración evolucionó a partir de eso y de tratar de transmitir la idea de que Dios está con nosotros, y que la oración es un aspecto clave de nuestro trabajo”, dijo. “El obispo estaba ansioso por aceptar la invitación para explicar la posición de la iglesia y la enseñanza moral sobre este tema”.

Es labor de todo cristiano es asegurarse de que las lealtades políticas y los puntos de vista no dominen el diálogo sobre ningún tema, incluida la inmigración, según el obispo Olmsted.

“Ningún feligrés debe sentirse dirigido por los puntos de vista políticos de la sociedad sin estar primero informado y facultado por el mandato evangélico de cuidar a nuestros hermanos y hermanas y, especialmente, a los más pequeños de entre nosotros”, dijo al concluir su homilía.

“Todos estamos implicados en una posada diaria en la vida real, en un lado o en el otro de la puerta. ¿Estamos decididos a rechazar o acoger a los José, María y el Niño Jesús que vienen a nosotros?”, preguntó.